No todo va a ser carne. En nuestra brasería podemos presumir de tener unos pescados y mariscos de primera calidad, cocinados con mimo y con unos sabores espectaculares. Por eso, hoy vamos a darles el protagonismo que merecen hablando de la importancia del pescado en la dieta mediterránea.
El pescado fresco es una fuente de vitaminas y minerales esenciales para nuestra dieta. Aporta proteínas, incluso más que la carne, y puede ser mejor digerida que esta debido a las grasas poliinsaturadas y a su textura, menos fibrosa, que ayuda a la digestión y descomposición por parte de nuestro organismo.
Además contiene una gran cantidad de minerales y hierro, en mayor proporción cuanto más grasa tiene el pescado. Grasa cardiosaludable, al contrario de lo que sucede con las carnes rojas. Si consumimos pescados cuya espina se come (especies pequeñas como la sardina, la anchoa, etc.), estaremos aumentando nuestra ingesta de calcio.
El pescado ayuda al corazón y a la correcta coagulación de la sangre, evitando ataques al corazón. Con su aporte de potasio y sus bajos contenidos en sodio, mejora la tensión arterial. Y por si todo esto fuese poco, también ayuda a reducir el colesterol en la sangre.
En resumen, el pescado lejos de ser aburrido, puede ser consumido de muchas formas que potencien su sabor y podamos aprovecharnos de los grandes beneficios que brinda a nuestra salud.